Los repelentes son productos destinados a ahuyentar a los insectos, con el objeto de evitar, o por lo menos disminuir, las picaduras o demás inconvenientes que su presencia puede provocar.
Existen dos grandes clases de repelentes:
- los de uso ambiental, que se utilizan sobre todo en el hogar.
- y los de uso personal, que se aplican directamente sobre el cuerpo.
Repelentes de uso personal
Se encuentran disponibles en el mercado en diversas modalidades como spray, loción, crema, gel y aerosol. Se elaboran sobre todo en base a dos diferentes principios activos: aceite de Citronella y DEET (dietil toluamida).
La principal ventaja de los productos en base a citronella es su baja toxicidad, alta tolerancia y agradable olor. Esta sustancia es utilizada también en las denominadas pulseras repelentes, aunque tiene una eficiencia limitada en cuanto al área de protección.
En el caso de los repelentes en base a DEET, a mayor concentración presentan un mayor tiempo de protección. Por ejemplo, los que poseen un 10% de concentración tienen una duración promedio de 2 horas, y aquellos con un 24% protegen aproximadamente durante 5 horas. Sin embargo, es importante informar que el porcentaje máximo permitido de concentración para estos productos es de un 30%.
También debe tenerse en cuenta, al momento de utilizar repelentes con DEET, que pueden disminuir el efecto de los protectores solares.
Repelentes de uso ambiental
Los repelentes de uso ambiental se comercializan en diversas modalidades como tabletas, espirales, aerosoles, líquidos para ser empleados en antorchas, líquidos termo evaporables que se volatilizan a partir del calentamiento eléctrico, etc.
Todos ellos pueden contener muy diversos ingredientes y se encuentran comprendidos dentro de los llamados productos Domi sanitarios. No deben ser confundidos con los repelentes de uso personal, que se aplican directamente sobre el cuerpo y se registran como productos cosméticos.
Deben encontrarse incluidas algunas advertencias básicas, como “mantener fuera del alcance de los niños” o “mantener el producto en su envase original”.
Por otra parte, una de las características básicas de este tipo de productos es que en ningún caso deben contener más de un litro, que es el máximo permitido para plaguicidas de venta libre. Un contenido mayor es un síntoma indudable de ilegitimidad.
En caso de irritación, dolor o quemadura debe requerirse inmediata atención médica.
Fuente: Fundación Femeba