Los trastornos del sueño son cada vez más comunes y, según los especialistas consultados, se vinculan con una alteración de la rutina o con problemas físicos o emocionales. Y afirman que la pandemia de coronavirus profundizó ese tipo de complicaciones, y aún hoy las consecuencias son visibles, sobre todo en los niños y adolescentes. Frente a este escenario, la ingesta de suplementos de melatonina, que es la hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia, aparece como una de las posibles soluciones. Los especialistas destacan que si bien puede ayudar a reestablecer la normalidad en el sueño, su administración debe ser supervisada por un profesional para prevenir que su uso traiga consecuencias, como una intoxicación o, si se utiliza de manera muy prolongada, problemas en el sistema nervioso central.
“La pandemia dejó muchos coletazos. Trastornos de ansiedad, miedos, angustias y vimos fobias a regresar al colegio. Volver a la normalidad fue muy difícil. Y todo esto está relacionado con el aumento de los trastornos del sueño. En algunos casos se utiliza la melatonina, pero debe ser indicada por un profesional”, advierte Luciano Guido Vizcay, pediatra del Hospital Alemán.
Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras, opina que el sueño se altera por las rutinas que se modifican. Además, sostiene que los chicos necesitan dormir mucho más que los adultos: “Lo ideal sería que cenen a las 20 y duerman a las 21″. En los adolescentes, el especialista admite que fijar esos límites horarios suele ser más complejo, aunque destaca la importancia de que duerman bien para que se consolide el proceso de aprendizaje: “Los ritmos se alteraron por la pandemia. Uno de los grandes reguladores es la actividad física y eso no estuvo durante meses. De hecho, en la pandemia muchos chicos aumentaron de peso. Eso es una de las cosas que influyeron. Todo se complicó. Por lo general, estas alteraciones son transitorias y no es necesario medicar, sino ordenar la rutina”.
TRASTORNOS
María Elena Mazzola, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni, señala que la pandemia afectó a todos los grupos etarios, aunque los adolescentes, al estar predispuestos naturalmente a retrasar su reloj biológico, fueron de los más perjudicados. La médica describe que la mayoría de las veces los chicos concurren a la consulta no por decisión propia, sino porque los llevan sus padres, y los motivos pueden ser que la convivencia familiar se ve afectada porque han sido citados por el colegio debido a que se quedan dormidos en clase, por problemas sociales, o porque la somnolencia diurna excesiva aumenta el consumo de estimulantes y estos alteran el carácter, entre otras implicancias.
“Los trastornos más frecuentes son las alteraciones respiratorias durante el sueño, la somnolencia diurna excesiva, el insomnio, los trastornos del movimiento asociados al sueño, las parasomnias, etcétera. En los niños, las parasomnias suelen ser el principal motivo de consulta, y son el sonambulismo, los terrores nocturnos y los despertares confusionales. Mientras que en los adolescentes lleva la delantera el retardo de fase, que es la dificultad para conciliar el sueño, cuyo timing se encuentra retrasado debido a la secreción demorada de melatonina. Eso puede generarse, ya sea por causas fisiológicas, o bien que a esa predisposición se le agregue la exposición prolongada a pantallas que emiten luz en la frecuencia azul en especial a la tarde noche”, detalla Mazzola.
Por su parte, Andrea Abadi, directora del departamento Infantojuvenil de Ineco, añade que hay trastornos que están asociados con la conciliación, llamados insomnio de conciliación, que se dan en aquellos niños a los que les cuesta dormirse y que trae muchas dificultades al día siguiente cuando tienen que realizar su actividad escolar por la falta de descanso. También existe la hipersomnia, que se manifiesta en aquellas personas que se duermen durante el día en situaciones no esperables. Otros trastornos tienen que ver con cuestiones biológicas, por ejemplo, como las de apneas del sueño, comunes en niños pequeños. Mientras que en adolescentes, son muy frecuentes los cambios del ritmo de sueño y vigilia, permanecen despiertos durante la noche y duermen durante el día.
“En promedio, antes de la pandemia el 20% de la población infantil ya presentaba problemas del sueño y la crisis sanitaria profundizó ese problema. Hay una encuesta que realizó el Centro de Investigaciones Sociológicas de España que mostraba que el 48% de los chicos dormía menos que antes, presentaba pesadillas y se quedaban dormidos durante el día. Dentro de las estrategias para restaurar un sueño adecuado, se recurre mucho a la melatonina porque es un producto seguro”, aduce Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología de Buenos Aires.
¿Cómo saber cuándo se trata de insomnio?
“En realidad ya si un niño no se puede dormir se trata de insomnio. Lo que se debe analizar es si tiene una alteración en el patrón del sueño que esté justificando esa situación o si es un trastorno en la conducta y es reacio a irse a dormir por capricho, porque se quiere quedar jugando o mirando televisión, por ejemplo. Aquel que tiene dificultades en conciliar el sueño por una alteración en el patrón del sueño posiblemente se vaya a la cama, intente dormirse y no lo logre”, aclara Abadi.
La especialista sostiene que se debe tener en cuenta que hay muchas patologías que llevan al insomnio, como los trastornos de ansiedad en la infancia, el trastorno obsesivo compulsivo o incluso los afectivos, como la depresión o el trastorno bipolar, que van a traer consecuentemente un retraso en el inicio del sueño porque la persona estará con dificultades para dormir por los pensamientos que se le imponen en relación a la patología que tiene. “Muchos de los trastornos del sueño que vemos no son trastornos del sueño per se, sino que en realidad son la resultante de un trastorno afectivo o anímico que no permite ingresar al sueño tranquilamente”, resalta Abadi.
RIESGOS
Francisco Dadic, toxicólogo del Hospital General de Agudos Carlos Durand, describe que la melatonina es una hormona que se libera para inducir el sueño: “Esta es su función más importante. Aumentó mucho el uso de esta hormona, principalmente en 2020 y el año pasado por la pandemia. Tal vez hubo hasta un abuso de esta sustancia. Si bien la melatonina es un medicamento seguro, un exceso en la dosis puede generar una intoxicación, que genera vómitos y diarrea, y en dosis más elevadas puede haber una afección del sistema nervioso central y otros síntomas a nivel cardiovascular. De hecho, en los últimos años se registraron intoxicaciones por su consumo, principalmente por ingesta accidental por arriba de las dosis terapéuticas. Como hay más uso, es frecuente que los chicos consuman estos comprimidos de manera accidental”.
El experto agrega que como alternativas a suplementos de melatonina, hay que establecer hábitos de sueño adecuados, y recomienda que al momento de dormir el lugar debe estar oscuro, con una temperatura agradable y también sostiene que es preferible no usar pantallas antes de dormir. Para los adultos, hay otras drogas, como la benzodiacepina que podrían reemplazar a la melatonina, pero advierte que no hay que automedicarse.
Fuente: Centro de investigación médica Fleni – Entrevistas Infobae