Las enfermedades cardiovasculares están entre las principales causas de fallecimiento en nuestro país y en todo el mundo. Dentro de estas patologías, la muerte súbita tiene un fuerte impacto: en la Argentina se estima que es la causa de, aproximadamente, 40 mil defunciones al año, según el Ministerio de Salud. Esta cifra representa un llamado de atención para tomar acciones que reduzcan su incidencia.
La prevención de este tipo de eventos es un eje central de la Semana de Concientización y Prevención de la Muerte Súbita, que se desarrolla este año desde el miércoles 21 de agosto.
El objetivo de esta fecha es difundir información de utilidad sobre estos episodios de fallecimiento prematuro, además de generar conciencia en la comunidad sobre la importancia de la reanimación cardiopulmonar (RCP) y el uso de un desfibrilador (DEA) para la atención temprana de un evento cardíaco agudo que se dé fuera del ámbito hospitalario.
¿Qué es la muerte súbita? Se trata de una muerte inesperada, que ocurre dentro de las 24 horas de presentar síntomas. Los más frecuentes pueden ser dolor de pecho o falta de aire, según explica el cardiólogo Fernando Scazzuso (MN 83.184), jefe de Electrofisiología y Arritmias en ICBA Instituto Cardiovascular.
“Muchas veces no se registra o no es referido por los familiares que el paciente haya tenido en las últimas 24 horas algún síntoma. Por lo tanto, es principalmente una muerte inesperada, de una persona aparentemente sana, que no se encuentra en un tratamiento médico ni en consulta por una enfermedad, pero de repente sufre una parada cardíaca y fallece”, suma el experto.
Una de las causas más frecuentes de esta problemática es el infarto agudo de miocardio, aunque en algunos casos -sobre todo en personas jóvenes- puede darse por factores genéticos. “Llamativamente, esto no ha cambiado en las últimas dos décadas. A pesar de todos los avances de la medicina y de la ciencia, sobre todo en el tratamiento del infarto y las terapias de reperfusión coronaria, la incidencia de muerte súbita sigue tan estable como siempre”, considera Scazzuso.
Y agrega que los pacientes que tienen mayor riesgo son aquellos que presentan comorbilidades para enfermedad coronaria, como por ejemplo diabetes, hipertensión, obesidad y tabaquismo, principalmente cuando estos cuadros de base no son tratados debidamente.
Por su parte, el cardiólogo Ignacio Mondragón (MN 138590), del Servicio de Electrofisiología del ICBA, postula: “También es más frecuente en personas que tengan antecedentes familiares de primer grado de muerte súbita o con un cardio desfibrilador implantado. Así como también en personas con enfermedades cardíacas diagnosticadas”.
Los controles para reducir el impacto de la muerte súbita
La muerte súbita tiene dos picos de mayor incidencia dentro del rango etario de la población. La primera se da durante la infancia y suele estar vinculada a patologías congénitas. Y después crece a partir de los 45 años, cuando la enfermedad coronaria empieza a ser más prevalente en el hombre. Entre las mujeres, en cambio, se da una década más tarde, según los expertos,
El doctor Scazzuso plantea que la elección de quiénes deberían realizar chequeos preventivos es un tema muy discutido dentro de la comunidad médica. “En mi experiencia, todo chico que va a entrar al colegio debería tener un electrocardiograma porque allí se pueden detectar muchas patologías congénitas, como son el síndrome de QT prolongado, el síndrome de Brugada, y algunas otras canulopatías. Además de un buen examen físico porque podríamos descartar la miocardiopatía hipertrófica”, plantea.
En cuanto a los adultos, se evalúan las condiciones de salud y la edad. “En todo aquel paciente que tiene algún factor de riesgo (presión alta, obesidad, diabetes) requiere control médico y tratamiento de esa comorbilidad. Y en general, a partir de los 45 años, todo el mundo debería realizar un control de salud”, dice Scazzuso.
Mientras que el doctor Mondragón agrega que en caso de tener un familiar de primer grado que haya sufrido muerte súbita, se recomienda hacerlo al cumplir la mayoría de edad.
Otro punto que suele ser eje de discusión, por parte de sociedades médicas y federaciones, es la realización del control de salud para iniciar o realizar prácticas deportivas. “Creo que un electrocardiograma, un examen físico y un buen interrogatorio es suficiente para autorizar a nuestro potencial paciente para que realice deportes”, apunta Scazzuso.
Es importante destacar que muchos eventos de paro cardiorrespiratorio ocurren en la vía pública, y la forma en la que reaccionen quienes están cerca puede ser determinante en la resolución del cuadro. “Puede ocurrir en cualquier lugar y momento, por lo que es fundamental conocer las señales de alerta y saber actuar en caso de una emergencia. Las señales de alerta incluyen la pérdida de conciencia, falta de respuesta, respiración anormal, dolor de pecho y pérdida del pulso”, enfatiza Mondragón.
De acuerdo a los especialistas, la evidencia muestra que si el paro es presenciado, se duplican las chances de sobrevida; mientras que si la persona que lo presencia sabe primero activar el sistema de salud y luego realizar maniobras de RCP, las chances se triplican. El masaje cardíaco consiste en la aplicación de una fuerza que hunda el pecho entre unos 3 y 5 centímetros y permita la descompresión 100 veces por minuto. Se realizan ciclos de 2 minutos y, de ser posible, se debe cambiar el reanimador, ya que esta acción puede generar agotamiento.
Cabe recordar que en 2022 fue reglamentada la Ley de Muerte Súbita, que había sido sancionada en 2015. La norma establece, entre otras cosas, que se debe contar con al menos un desfibrilador automático externo (DEA) en lugares públicos y privados de acceso público en los que haya una concentración o circulación diaria de más de mil personas.
Además, define como espacio cardioasistido, a aquel que cuente con presencia de personal capacitado, una adecuada señalización y ubicación de los DEA (con sus instrucciones de uso); y un sistema de emergencia médica público o privado, que resulta una pieza fundamental en la cadena de supervivencia ante la emergencia.
“Esta ley busca promover la instrucción básica de reanimación cardiopulmonar y el uso de desfibriladores externos automáticos en lugares públicos y privados de acceso público. En caso de una emergencia, es crucial llamar al número de emergencia local y comenzar las maniobras de reanimación cardiopulmonar lo antes posible”, remarca el doctor Mondragón.
En tanto, Scazzuso cierra: “Teniendo en cuenta que, a pesar de los avances de la ciencia y de la medicina cardiovascular, la incidencia no disminuye, parece muy importante trabajar sobre la prevención de los factores de riesgo. Es decir, inculcarle a la sociedad buenos hábitos de salud. Esto incluye no fumar, hacer deportes, controlar el peso; si hubiese diabetes o hipertensión, tratarlas, y tener los controles que requieran. Hoy parece ser la única alternativa para que esta situación pueda mejorar”.
Fuente: Infobae/Salud